lunes, 20 de abril de 2020


SUEÑOS DE LUNA 

Al igual que la Música, la Poesía es la forma más divina de expresar los sentimientos. Y cuando éstos salen del alma logran construir un clamor que une a hombres y mujeres románticos sin distingo de razas, credos o escuelas, se desbordan como una rápida cascada las palabras dándole un verdadero significado a cada acto de la vida… sea de alegría, de dolor o de tristeza.
En ese constante dilema siempre se ha alzado la voz del poeta, para romper las fuertes cadenas que nos atan a una vida sin esperanza.

Así encontramos en la poesía de José Francisco Romero, cómo uno de los vértices importantes de su poesía, como los sentimientos evidencian un canto de consuelo que revitaliza la ilusión que el Poeta siente que va perdiendo sin saber por qué… y mueve sus alas y de nuevo se levanta expresando estos versos que repite como si quisiera enfatizar sobre su gran deseo de escapar de ese estado interior que quiere llevarlo a la infelicidad.

Sus tristezas, alcanzan a darle fuerza a sus reclamos sin importarle que su voz se pierda en la indiferencia, dejando una marca indeleble en la distancia, porque él ha sido capaz de construir con sus cantos un espacio abierto a los suspiros y cerrado a los llantos. En el fondo aparece otro de los vértices como un trágico reclamo con que el poeta se siente empujado hacia un punto inexplicable donde la vida depende más de lo que dejó de hacer.

Y así, se vislumbra inmediatamente que esas marcas son huellas dejadas en la carne, en la voz, en la búsqueda de un trascender más allá buscando la consecución de la felicidad aunque sea ésta utópica.

Es la soledad otra constante en sus versos. Una soledad que no es más que una forma de catarsis para liberar al corazón de tanta angustia y producir con los deshechos de sus ansias un suspiro balsámico que haga reverdecer el confín de la esperanza.

Sin embargo, es el amor, el que logra consolar esos estados del ser interior… porque es la fuerza que reanima la energía y reactiva la sangre que circula en busca de oxigenar los cantos… y en ese instante brotan los más dicientes y hermoso versos. Se nota un cambio diametral en el estado de ánimo del poeta. Ya la tristeza se supera y da paso a la exaltación del amor llegando hasta contener retazos expresivos del amor.

Sinceramente, no es nada fácil ahondar en la poesía de José Francisco Romero porque su gran capacidad de transitar en el campo de la lirica deja al lector sin aliento, porque sus expresiones plásticas, con el uso de las palabras, al mismo instante, es capaz de abrir muchas vertientes y dejar correr turbulentamente desde sus ínclitas montañas de versos un torrente de voces e imágenes capaces de penetrar en los rincones más recónditos de los espíritus.

Con estos cantos, el poeta, busca mitigar los estados del alma y encontrar la comprensión de aquellos, que al igual que él, han cantado, soñado, llorado y sufrido… pero al leerlos sentirán que, por fin, no están solos, se hallan unidos por La Eterna Armonía que emana del amor.



Pepe Romero
Guitarrista 

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